Café Con neurosis
Lunes de reflexión
Son raros los casos en los que los portavoces y dirigentes de los partidos no muestren lo contentos y satisfechos que están del resultado electoral
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Dice Peter Babel que el hijo del vecino no es tan listo como piensan sus padres, ni tan tonto como creen en el resto de la escalera. Esto podría aplicarse a nuestra empresa, incluso a 'nuestro' partido político, porque el sentido de la propiedad ... del ser humano alcanza a creerse propietario hasta de un equipo de fútbol, cuyos dueños viven en Oriente Medio.
Aunque el pasado sábado era oficialmente el Día de Reflexión, el auténtico día de reflexión es hoy, lunes, pero debido a la resaca y a que todo dirigente de partido político cree que el partido es hijo suyo, más bien hoy es el Día del Disimulo, en la que no hay nadie que se muestre pesaroso de los resultados. Los que han alcanzado una victoria menor de la que esperaban, porque es una victoria, y el grupo de los derrotados, porque la derrota no ha sido, ni mucho menos, tan aplastante como aseguraban los pronósticos. Son raros los casos en los que los portavoces y dirigentes de los partidos no muestren lo contentos y satisfechos que están del resultado electoral. Bueno, hay excepciones. En 1979, una persona tan inteligente como Alfonso Guerra –y a la que aprecio– se sintió tan terriblemente decepcionado por el resultado que no se pudo contener, y dijo aquello de «el pueblo se ha equivocado», algo que todos los políticos han pensado más de una vez, pero que no se puede expresar por su implícita incorrección democrática (por cierto, hay veces que el pueblo se equivoca, a no ser que consideremos un acierto la elección de Adolfo Hitler por parte del pueblo alemán, o la de Putin, mucho más reciente).
En este día de reflexión, los votantes –que no tenemos que expresar nuestro pensamiento– podemos confesarnos que hay ocasiones en que los políticos nos engañan y, otras, en las que estamos anhelantes de que nos engañen. Y esa predisposición, o ese deseo, no es tan extraño, puesto que nuestro voto no se alienta exclusivamente de la racionalidad, sino de nuestro estado de ánimo, de nuestras coyunturas emocionales –algunas relacionadas con algo tan escasamente ideológico, como las relaciones amorosas– también de la ideología, la situación económica e incluso el estado meteorológico, porque está demostrado estadísticamente que la lluvia es una aliada de la abstención.
Podemos reflexionar por nuestras contradicciones, o nuestro apasionamiento que nos ha llevado a votar, no al que querríamos, sino a aquél que más le puede fastidiar a uno de esos líderes que nos fastidian.
Pero si el resultado a usted no le gusta personalmente, siempre le quedará el consuelo de recordar a Borges: «La democracia es un abuso de la estadística». Y, al final, da lo mismo, porque al mes que viene llega la declaración de la renta. Y ahí es imposible votar o abstenerse.
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